martes, 30 de abril de 2013

EMPATÍA

Hace unos días tuvimos una charla en el colegio sobre la espiritualidad y como colofón de la genial charla (de la que haré reflexión en otro momento) la ponente nos puso este vídeo para hacernos pensar. Aunque está en inglés, si no manejas el idioma, merece la pena traducirlo y es sencillo.


Me tocó el alma el ver este vídeo y me hizo reflexionar seriamente sobre algo que deberíamos tener más presente cada día: eso que llamamos EMPATÍA.
Todos nos sabemos la teoría sobre el tema y sabemos eso de "ponerse en el lugar del otro" pero, ¿realmente lo hacemos? En este vídeo vemos esa realidad de frente y sin edulcorantes; estamos rodeados continuamente de gente y esa gente tiene una vida, una familia, unos problemas, unas alegrías... en definitiva, cada persona lleva consigo su historia. Obviamente no podemos conocer cada historia ni implicarnos a fondo con cada persona, pero deberíamos intentar tratar a los demás con delicadeza y con cariño porque no sabemos en muchas ocasiones qué puede haber detrás. 
Vivimos en una sociedad que cada vez impone más lejanía entre las personas y frialdad ante los sentimientos ajenos; es muy fácil hacerse el tonto y tratar como a veces se trata a la gente con las típicas excusas de "no sabía que estaba mal" o "no tenía ni idea de que le pasaba tal cosa"; lavarse las manos ante los sentimientos de los que nos rodean pero esperar que los demás tengan consideración con los propios sería absurdo, ¿verdad?... 
Los que trabajamos en contacto directo con personas a diario, tanto con compañeros como con alumnos y alumnas, debemos tener especial cuidado con estos últimos porque tratamos con personal especialmente sensible, puesto que están en plena adolescencia. En diversas ocasiones podemos estar haciendo daño porque es imposible saber todo lo que pasa por la cabeza de nuestros queridos jóvenes, ya que les afecta de forma bastante profunda todo lo que les rodea, y podemos estar diciendo o haciendo algo que les puede influir de forma negativa y puede tener repercusiones que ni nos imaginamos. Por tanto, debemos recordar y tener presente aquella época en la que teníamos la misma edad y tratarlos con cariño y comprensión, aunque con la dureza necesaria para que tampoco pierdan el rumbo. Resulta fácil decirlo, pero no tanto llevarlo a la práctica, aunque se intenta cada día... 
Por supuesto, en la relación con los demás adultos deberíamos tener el mismo cuidado, ya que podemos estar hiriendo a gente y a lo mejor ni somos conscientes. Que seamos adultos y personas supuestamente maduras no nos convierte en dianas de críticas o en piedras que puedan afrontar cualquier cosa sin romperse; seguimos siendo personas con sentimientos, con nuestras debilidades y fortalezas y con nuestras circunstancias, y nadie debería sentirse con el derecho a tratarnos de mala forma, a hablarnos con tono despectivo, a hacer comentarios hirientes y, en definitiva, a hacernos daño; todos nos equivocamos y podemos, sin querer, herir a los demás, pero en ese momento "ponte en sus zapatos" y rectifica, que ya se sabe que es de sabios.

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