domingo, 2 de marzo de 2014

IMPARTIR VALORES Y DAR CLASE: ¿INCOMPATIBLES?

Dedicarse a la enseñanza, aunque pueda sonar a tópico, se convierte en una profesión de riesgo, pero no por lo que se suele decir: en mi opinión y bajo mi experiencia, corremos el riesgo de enseñar sin educar en unos tiempos tan faltos de educación en valores... Sé que implicarte solo en las clases, impartir tu materia e irte a tu casa sin preocuparte más que por la labor puramente académica es el camino fácil, camino que a causa de esta ola de desesperanza que estamos atravesando está tomando mucha gente en todas la profesiones; y a mí, además de entrar en conflicto con mi moral y mi ética, me resulta muy peligroso en una profesión como la mía. Nosotros no trabajamos con números, ni con estadísticas, ni con la imagen, ni con dinero... Trabajamos con personas, pero no con cualquier tipo de persona, trabajamos con niños y adolescentes, trabajamos con personas en su peor etapa de evolución hacia la madurez y el crecimiento; esto implica que tenemos la ardua tarea de enseñar a gente que es sumamente influenciable, vulnerable y frágil. Tenemos en nuestras manos la posibilidad de moldear más de lo que queremos asumir. Y a esto le sumamos la tarea no menos sencilla de enseñar una materia, despertar en el alumnado el amor por el conocimiento y por el crecimiento intelectual... no parece fácil, ¿verdad? Porque no lo es y en eso estamos luchando muchos cada día. 
Hay momentos en los que surgen problemas de convivencia, otros en los que hay alumnos con problemas personales o familiares, además de los temas que van surgiendo de actualidad y acontecimientos importantes que ocurren a nuestro alrededor... Y en esos momentos hay veces en los que tienes que elegir: doy mi clase y no me involucro o me "pringo" y ayudo. Mucha gente opta por la primera opción, no porque quieran desentenderse, quizá consideran más importante su labor como docente; sin embargo, yo soy de las que se tira a la piscina a sabiendas de que eso pueda traer cola, porque mi experiencia me ha demostrado que la materia se imparte igual y los alumnos aprenden lo mismo, o quizás incluso puedan aprender menos porque se implican más en todos los sentidos cuando ven que quien tienen delante se implica el primero. Por supuesto, dando importancia a lo que realmente la tiene y no dejando que el alumnado te plantee problemas simplemente para perder clase, hay que saber distinguir y ser responsable.
Así que a la pregunta que planteo en el título de esta entrada de si es compatible dar clase y enseñar valores, mi respuesta es un rotundo SÍ. Teniendo en cuenta que estos jóvenes serán algún día los que dirijan nuestra sociedad, hay que plantearse que deben aprender y formarse en lo académico, pero que si eso no va acompañado de la formación en valores, de poco sirve; considerando también que los padres actuales trabajan tanto, o les echamos una mano en la educación de sus hijos (y ellos a nosotros, claro está) o poco se podrá conseguir de muchos de ellos. Hay que saber priorizar y comprender que los tiempos cambian, al igual que los alumnos, sus padres... Y, por tanto, deberemos ir cambiando y adaptándonos también los docentes.