domingo, 17 de febrero de 2013

VALORES QUE SE PIERDEN...

El tema de los valores es algo que verdaderamente me parece importante y delicado de tratar. Si hablamos de forma general, el mundo parece perdido y los valores parecen no tener cabida en una sociedad donde las personas buenas parecen no ser las que tienen éxito... entendiendo éxito como sinónimo de dinero, poder, lujo, belleza, etc. ¿Son antónimos, entonces, los valores universales y estos otros que acabo de nombrar? En mi humilde opinión, me inclino hacia el sí, aunque no de forma totalmente radical. 
Y si enfocamos el tema desde el punto de vista de mi profesión y dirigido hacia los destinatarios de mi trabajo, adolescentes (de forma directa) y sus padres/madres o tutores (de forma indirecta), creo que deberíamos reflexionar sobre los valores que les estamos inculcando a nuestros jóvenes y la visión que ellos/as tienen de todo esto.
Gracias a que paso a diario tantas horas rodeada de adolescentes, conozco la visión general que tienen, o al menos es lo que manifiestan cuando tratamos del tema valores. En mi centro, afortunadamente, la educación en valores es lo que más nos importa, ya que tenemos claro que con unos buenos valores se puede conseguir la meta más importante de la vida: ser feliz con lo que haces; por ello, trabajamos mucho con nuestros alumnos/as sobre valores en las tutorías y, por supuesto, desde las propias sesiones de las distintas áreas, a la mínima ocasión aprovechamos para tratar el tema (en función de lo que demandan o necesitan en el momento). Los chavales andan un poco confusos y divididos entre qué creer y qué les va a servir en sus vidas, ya que ven que les tratamos de inculcar unos valores que no parecen ser los que les pueden conducir a ese "éxito" del que hablaba al principio. Por desgracia, muchos de ellos y ellas no cuentan con la comunicación necesaria en sus familias para profundizar en los valores debido a la falta de tiempo de sus parientes en la mayoría de los casos, y esto los deja en una posición vulnerable y confusa; intentamos compensar como podemos esta realidad desde el centro, aunque no es suficiente. La sociedad, sus propias familias, los medios de comunicación y todo lo que les rodea les manda el mensaje directo de que se vive por y para el dinero y que sin él, nada hay que hacer... cosa que es cierta, pero solo en parte. 
Es complicado explicarles que el "éxito" que el mundo quiere hacerles pensar que deben alcanzar no es el éxito real ni el objetivo de una persona feliz, libre y completa; es muy difícil hacerles ver que los valores del amor, la amistad, la honradez, la asertividad, la empatía, solidaridad, la generosidad, y tantos valores positivos y universales que nos convierten en personas con el objetivo de mejorar cada día, resulta que no están de moda y esta realidad no gusta a quienes manejan los hilos desde arriba, pues nos convierten en personas con criterio y con capacidad de crítica, y eso asusta porque nos hace menos manejables. El problema es que nuestros jóvenes están cada vez más acostumbrados a tener lo que quieren de forma inmediata y sin tener que hacer ningún esfuerzo para conseguirlo, cosa que no va para nada de la mano de los valores que acabo de nombrar; sé que en muchos de ellos y ellas logramos entre todos (familia, profesorado...) que asimilen estos valores en la medida de lo posible y vean que solo así podrán ser felices y contribuir a que el mundo que les rodea también vaya mejorando con ellos; sin embargo, con algunos de ellos y ellas, la labor cae en saco roto y la buena intención que hay en sus casas no consigue el objetivo porque está mal planteado: entiendo que muchos de los padres y madres que tratan de educar lo mejor que pueden a sus hijos e hijas, en su momento, cuando tenían su edad, por desgracia tuvieron falta de muchas cosas y sus necesidades no estaban cubiertas por completo, así que tratan de compensar a sus hijos e hijas en ese sentido y darles todo lo que ellos/as nunca pudieron tener; pero esto es muy peligroso, ya que veo cada día cómo adolescentes que lo tienen todo, no disfrutan de nada y se sienten desgraciados, infelices e incapaces de hacer nada por sí solos... y esta es la triste realidad de muchísimos adolescentes y jóvenes. En nuestras manos está motivarlos y que se ilusionen proporcionándoles objetivos y haciendo que tengan que ganárselos; es más cómodo complacer para no escucharlos y que te dejen tranquilo, pero esto solo los convertirá en futuras personas que carecerán de la capacidad para ser felices y que no valen para nada solas. Entonces sí que serán un problema, no solo para sus familias, si no para la sociedad... ¿y qué haremos entonces cuando el mundo esté en manos de gente sin motivaciones, ni ilusiones, ni esperanzas, ni sueños? Afortunadamente, hay un porcentaje elevado de adolescentes que no son así, pero el número va descendiendo y es labor de todos y todas poner remedio.

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